Cómo acompañar a tu hijo en la expresión de sus emociones

Sentir es natural. Pero expresar lo que se siente de forma saludable es una habilidad que se aprende, especialmente cuando se cuenta con adultos que acompañan con respeto y amor. Muchos niños sienten intensamente, pero no saben cómo decir lo que les pasa, cómo ponerle nombre, cómo compartir sin miedo.

Acompañar a tu hijo en la expresión de sus emociones no significa evitar que sufra, sino estar presente para que aprenda a reconocer, aceptar y comunicar lo que siente. Es enseñarle que sus emociones importan, que son válidas, y que puede hablar de ellas sin ser juzgado.

Por qué es importante aprender a expresar las emociones

Un niño que puede hablar de sus emociones tiene más posibilidades de:

Autorregularse

Pedir ayuda cuando la necesita

Conectar con los demás desde la empatía

Resolver conflictos de forma pacífica

Desarrollar una autoestima más sólida

Cuando los sentimientos se reprimen o se castigan, muchas veces salen de formas menos saludables: berrinches, silencios prolongados, ansiedad, agresividad o incluso síntomas físicos.

Validar antes que corregir

Muchas veces, ante una emoción intensa, el adulto responde con frases como “no llores por eso”, “no te enojes”, “no es para tanto”. Aunque la intención sea tranquilizar, esas frases invalidan lo que el niño siente. Y si un niño se siente incomprendido, deja de expresarse.

En lugar de corregir, podés decir:

Entiendo que estés triste, a veces las cosas duelen

Te enojaste, y es válido, estoy aquí para escucharte

¿Querés que hablemos o preferís un abrazo?

Validar no significa estar de acuerdo con todo, sino aceptar que lo que el otro siente tiene un motivo y merece ser escuchado.

Enseñar el lenguaje emocional

Muchos niños solo conocen las palabras “bien” o “mal”, o dicen “estoy enojado” cuando en realidad están frustrados, asustados o decepcionados. Ampliar su vocabulario emocional es clave.

Puedes usar:

Caritas con distintas emociones

Cuentos que hablen de cómo se sienten los personajes

Preguntas como: ¿lo que sentís es más parecido a tristeza o a enojo?

También puedes hablar de tus propias emociones:

Hoy me senti frustrado porque algo no salió como quería

Estoy contenta, fue un día muy lindo

Mostrar que tu también sientes les enseña que las emociones son humanas y compartidas.

Ofrecer diferentes formas de expresión

No todos los niños se sienten cómodos hablando. Algunos prefieren dibujar, jugar, moverse o estar en silencio. La expresión emocional también puede ser creativa y no verbal.

Ofrecé alternativas:

¿Querés dibujar lo que sientes?

Podemos hacer una obra de teatro con muñecos

¿Quieres mostrarlo con gestos?

Lo importante es que encuentre su forma de expresar lo que vive por dentro.

Ser ejemplo de expresión sana

Tu hijo aprende observando cómo vos gestionás tus emociones. Si gritás cuando estás enojado, él aprenderá que gritar es la forma. Si evitás mostrar tu tristeza, él creerá que llorar está mal. Pero si hablás con respeto incluso cuando algo te molesta, si mostrás tu alegría, si llorás con naturalidad, le estarás enseñando mucho.

Puedes decir:

Estoy muy enojado, voy a tomarme un momento para calmarme

Me siento muy feliz, quiero compartir este momento con vos

Estoy triste, necesito un abrazo

Ser auténtico lo invita a hacer lo mismo, sin miedo.

Acompañar sin apurar

Hay emociones que necesitan tiempo. A veces el niño no puede hablar en el momento. Presionarlo con “decime ya qué te pasa” puede cerrar más que abrir. En cambio, podés ofrecer disponibilidad:

Cuando estés listo para hablar, estoy acá

No hay apuro, podemos charlar más tarde si querés

Te veo triste, y aunque no digas nada, te acompaño

El respeto por el tiempo emocional es una de las formas más profundas de amor.

Distinguir emoción de conducta

Sentir no es un problema. Lo que puede necesitar límites es la forma de actuar. Por ejemplo, no está mal sentir enojo, pero sí está mal pegar. Es clave enseñarle al niño que puede sentir todo lo que sienta, pero hay formas más saludables de expresarlo.

Puedes decir:

Está bien estar enojado, pero no está bien gritarle a otro

Puedes sentirte frustrado, pero no romper tus cosas

Si te sientes mal, puedes decirlo sin lastimar

Esto le da permiso para sentir, pero también herramientas para expresarlo de forma cuidadosa.

Reconocer y celebrar sus avances

Cada vez que tu hijo exprese algo de forma clara, con respeto o con valentía, reconocelo. No hace falta exagerar, pero sí mostrar que lo notaste:

Me gustó cómo dijiste que estabas triste sin gritar

Gracias por contarme cómo te sientes

Fue muy valiente de tu parte hablar de eso

Este tipo de reconocimiento fortalece su seguridad interna y refuerza el vínculo.

Usar cuentos y juegos como herramientas

Los cuentos infantiles están llenos de emociones. Aprovechalos para conversar:

¿Cómo creés que se sintió ese personaje?

¿Te pasó algo parecido alguna vez?

¿Qué podrías decirle si fuera tu amigo?

El juego simbólico también permite representar lo que sienten sin presiones. Podés usar muñecos, disfraces, teatro de sombras. El juego abre puertas donde las palabras a veces no llegan.

Enseñar a reparar después de un desborde

Si el niño se expresó de forma inadecuada (gritos, insultos, empujones), no es necesario retarlo con dureza. En lugar de castigar, podés ayudarlo a pensar cómo reparar:

Te entiendo, estabas muy enojado, pero eso lastimó

¿Quieres pensar cómo puedes pedir perdón?

Podemos hablar de lo que sentiste, y buscar otra forma para la próxima

Así aprende que equivocarse no lo hace malo, y que siempre hay formas de volver a empezar.

Conclusión: expresar lo que sentimos es cuidarnos

Acompañar a tu hijo en la expresión de sus emociones es enseñarle que todo lo que siente tiene un lugar. Que no necesita esconderse, ni callarse, ni reprimir lo que le pasa. Es mostrarle que puede hablar, llorar, reír, frustrarse y compartir. Y que al hacerlo, no solo se libera, sino que también se conecta con los demás.

Porque cuando un niño aprende a expresar lo que siente, también aprende a escucharse, a entender a otros, a cuidar su salud emocional. Y eso es un regalo para toda la vida.

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